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lunes, 5 de abril de 2010

Yo y mi conciencia

Hablar de conciencia es hablar de la dignidad del hombre, hablar de que no es un caso particular de algo general ni el ejemplo de un género, sino que cada individuo como tal es ya una totalidad, es ya “lo universal”.
La ley natural según la cual una piedra cae de arriba hacia abajo es, por así decirlo, exterior a la piedra misma, que no sabe nada de esa ley. Quienes la observamos consideramos su caída como ejemplo de una ley general. Tampoco el pájaro que hace un nido tiene la intención de realizar algo para la conservación de la especie, ni de tomar medidas para el bien de sus futuras crías. Un impulso interior, un instinto, le lleva a hacer algo cuyo sentido se le oculta. Esto se manifiesta en en el hecho de que también cuando están encerrados, cuando los pájaros no esperan tener crías, comienzan a hacer su nido.

Los hombres, por el contrario, pueden saber la razón de lo que hacen. Actúan expresamente y en libertad con respecto al sentido de su acción. Si tengo ganas de hacer algo cuyas consecuencias dañan a un tercero, entonces puedo plantearme esas consecuencias y preguntarme si es justo obrar así y si puedo responder de ese acto.

Podemos ser independientes de nuestros momentáneos y objetivos intereses y tener presente la jerarquía objetiva de valores relevantes para nuestros actos… En realidad, no es verdad en absoluto que lo que en el fondo y de verdad deseamos esté en una fundamental contradicción con lo que objetivamente es bueno y correcto. Lo que ocurre más bien es que, en la conciencia, lo universal, la jerarquía objetiva de los bienes y la exigencia de tenerlos en cuenta vale como nuestra propia voluntad.

La conciencia es una exigencia de nosotros a nosotros mismos. Al causar un daño, al herir u ofender a otro, me daño inmediatamente a mí mismo. Tengo, como se dice, una mala conciencia…. No hay conciencia sin disposición a formarla e informarla. Un médico que no está al tanto de los avances de la medicina actuará sin conciencia. Y lo mismo quien cierra los ojos y oídos a las observaciones de otros que le hacen fijarse aspectos de su proceder, que quizás él no ha notado. Sin tal disposición, sólo en casos límites se podrá hablar de conciencia. Pero también el segundo movimiento pertenece a la conciencia; por él vuelve de nuevo el individuo a sí mismo.

Si, como decía, el individuo es potencialmente lo universal, incluso un todo de sentido, entonces no puede abdicar en otros su responsabilidad, ni en las costumbres del tiempo, ni en el anonimato de un discurso de un intercambio de razones y de contra-razones. Naturalmente que puede sumarse a la opinión dominante, cosa que incluso es razonable en la mayoría de las ocasiones. Pero es totalmente falso reconocerle conciencia sólo a quien se aparta de la mayoría.

No obstante, es cierto que, al fin y al cabo, es el individuo quien goza de responsabilidad; puede obedecer a una autoridad, y aún ser esto lo correcto y lo razonable; pero es él a la postre quien de responder de su obediencia. Puede tomar parte en un diálogo y sopesar los pro y los contra, pero razones y contra-razones no tienen fin, mientras que la vida humana, por el contrario, es finita.

Es necesario actuar antes de que se produzca un acuerdo mundial sobre lo recto y lo falso. Es, pues, el individuo el que debe decidir cuándo acaba el interminable sopesar y finalizar el discurso, y cuando procede, con convicción y actuar.

(POR ROBERT SPAEMANN, FILÓSOFO)

sábado, 3 de abril de 2010

Deberías saber por qué

Para hablar de la contemporánea generación debemos usar guantes de amianto y pinzas de depilar. Cuidado y atención. Cejas arriba y a no pestañar. Atención para no herir susceptibilidades. El cuidado merece la responsabilidad de todos, mayores, jóvenes y mayorcitos. Y aquí voy: tratando de entender por qué ellos, los inconscientes colectivos pierden el respeto de los que justamente se atrevieron a cruzar el umbral de la decadencia. Para los más, dejaron de ser copados. Ver un Charly gordo y alejado de las drogas hasta puede sonarles cursi. Otros artistas utilizaron su picardía y fingen ser otros. Sabina, por ejemplo, fuera de los excesos, luce cigarrillos electrónicos para no perder a sus fans. Sus cuerpos les piden una tregua, sus seguidores: la guerra.

Hay muchos otros casos. Pity Alvarez ya sucumbió ante sus costumbres y hoy está en recuperación. Ellos, sus seguidores, sí se apiadaron de su salud, pero adentro, muy adentro de ellos, dijeron "Y, 'El Pity' es así, lo tomás o lo dejás". Otros artistas, como Calamaro salieron a vender con su imagen un cambio. En los últimos recitales, Andrés se mostró de traje y corbata, dando un claro mensaje a los suyos. El caso de Ataque 77 es muy particular: su líder, Ciro Pertusi, nunca consumió drogas y es seguido por un público que mezcla adictos.

La realidad marca que la inspiración de un artista no tiene relación con la decadencia. Y, sin duda, el caso más destacable es el del símbolo máximo del rock nacional argentino: Charly García. Con su último disco demostró su vigencia, magnificó su estocada artística fuera de los excesos, cargando en sus espaldas lo que muchos de los pibes de hoy llaman cursilerías. Y si así tiene que ser, que así sea, rey... deberían saber por qué.

martes, 14 de octubre de 2008

Mi peor pesadilla


No sabía qué hacer. Corría para todos lados. Gritaba y me agarraba la cabeza ¡No puede ser! ¡Qué maldición la mía! ¿No entienden? Bueno, les explico: Yo estaba tranquilo en mi casa, buscando algo para hacer, mientras intentaba olvidar los números rojos que tengo atravesado en la garganta. Probé, entonces, con algo rutinario: Pc, Winamp, Sabina y Messenger, mate y cigarrillos. Los pibes de El Tablón conectados, pero ella también, el demonio, el mismísimo satanás que luego me llevaría al pecado. Marujita inició sesión con un nick que prometía: “Libertad, frenesí… eso es el amor para mí”. Dos “hola cómo estas”, el infaltable “qué onda”, tres zumbidos, un par de “qué hiciste anoche”, una pausa y ahí llegó el principio de mi peor pesadilla: “Por favor -escribió Marujita- firmame mi fotito en metroflog”. Histeriqueada va, histeriqueada viene, que no, que sí, que cómo es, que nunca le escribí a una foto… en fin, me convenció.
Entré a la dirección que me indicó y allí estaba, en ese raro mundillo de los flogger. Realmente era peor de lo que me esperaba. Encontré frases como “linda pic, te dejo mi firma” y, aún cuando no sé qué carajo será pic (me imagino que se refiere a la foto, por picture), me sorprendió más una que estaba enojada porque no había sido ella la primera en firmar: “Ohhhhhhh Pol!!!!! Me quitaste el primer puesto!!!!!!!!....”. Casi me olvido: todos agradecían por “pasarse”… “gracias x pasarte”, es la moda entre los flogger.
¡Qué loco! ¡¿Qué hago yo acá?! Me maldije varias veces antes de apretar Enter y firmar el metroflog de Marujita. Después, el arrepentiemiento. No sabía qué hacer. Corría para todos lados. Gritaba y me agarraba la cabeza. Hoy, dos noches después, pienso en ir a una psicóloga a tratarme, pues soñé que me convertía en un flogger (con peinado de dibujito japonés y todo). Ah, eso sí, a esta me la cobro… PREPARATE, MARUJITA!!!

domingo, 20 de abril de 2008

De Estancieros y de chats

Hoy quiero permitirme hacer una analogía. Tengo 27 años y considero que soy uno de los tantos que viví la rara experiencia de transitar una adolescencia, para luego convivir una juventud mirando crecer otra generación de adolescentes totalmente distinta a la mía. Y en esto tuvo mucho que ver la revolución informática. Pero, ¡basta de conceptos aislados! Mejor, vamos a los ejemplos. Muchos dicen que los adolescentes de hoy han perdido en comunicación. Yo no considero esta postura. Sí, entiendo, que ha cambiado la forma de interactuar el uno con el otro. Hoy se usa el chat, el blog, los foros, los mensajes de texto, etc. Antes, en mi época de “niño con granos” (como dice Joaquín Sabina), nos juntábamos con mis amigos, después del colegio, a tomarnos una gaseosa y charlar, y charlar, y charlar, hasta que se hacía de noche, hasta que nuestras madres se preocupaban y nos hacían entrar a casa. Por otro lado, en la actualidad está muy de moda el PlayStation 2 (o 3, quién sabe), en especial, sus juegos de fútbol. Nosotros, recuerdo con mucha nostalgia, jugábamos a la pelota en la calle, a la hora de la siesta, cuando no había tanto tránsito como hoy (cuando se acercaba un vehículo, el juego se detenía unos segundos), con los árboles como arcos, con pelotas de cuero descascaradas, con zapatillas viejas… con cualquier recurso… la pasábamos bárbaro. Y sin darnos cuenta, hacíamos un poco de deporte también. Además, los adolescentes de hoy se divierten mucho con los juegos de estrategia. En cambio, para los de nuestra generación era toda una aventura andar por los techos de la manzana, caminar por cornisas, por los remaches de las chapas. Sabíamos perfectamente cuál techo podíamos atravesar y cuál no. Conocíamos nuestros peligros. Estábamos al tanto de los vecinos que se molestaban. En fin, al igual que hoy se saben todos los trucos de su juego de estrategia, nosotros entendíamos a la perfección los nuestros. Los juegos de roles en la Pc, otro auge del momento, comparable con el entrañable Estanciero de nuestra época. Nosotros -recuerdo- terminábamos nuestra tarea y nos juntábamos en la casa de alguno de los chicos de la barra para concentrarnos en una partida de este atrapante juego de mesa. Así como en el de roles se guardan las partidas, nosotros dejábamos intactos los juegos de un día para el otro. Así como en el de roles se elige un personaje, nosotros teníamos nuestro animalito predeterminado (El mío era el perrito). Y así, y así, podríamos hacer de esta columna un libro entero de analogías entre aquella época de adolescentes y la actual. Con todo esto, y para ir finalizando, no quiero decir que antes, jugando al fútbol en la calle, al Estanciero, juntándonos a tomar una gaseosa o andando por los techos de las casas, nos divertíamos más o menos que ahora. Simplemente, quiero llegar a la conclusión del tremendo cambio generacional que se ha producido merced a la revolución informática. Seguramente, habrá que hacer un análisis más profundo e investigar mucho para saber si las consecuencias son positivas o negativas. Lo único en concreto que tengo para repetir es que hoy tengo 27 años, he vivido otra generación de adolescencia con menos tecnología y no me arrepiento… fui Feliz.
  • NOTA: El juego "Estanciero" viene a ser algo así como el Monopoly argentino.

miércoles, 2 de abril de 2008

Esa "loca" historia del primer muerto en Malvinas


Antes que nada, espero que nadie se ofenda con el título del post. No tiene nada que ver con lo que piensen, justamente, los malpensados. Es que, simplemente, ayer, por conmemorarse un nuevo aniversario del desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas vi un programa de televisión referido al tema. De todos los personajes que pasaron me gustó mucho la historia -no la conocía- del "loco" (loco lindo, a no confundir) que se convirtió en la primera baja que dejó la absurda guerra inciada el 2 de abril de 1982.

La historia, si buscan en Internet, encontrarán que tiene algunas controversias. Por ejemplo, en un sitio -no mu respetable, por cierto- publican que el primer muerto en las islas fue Mario Almonacid Vargas, un soldado conscripto de la Infanteria de Marina Argentina, de 20 años de edad, quien era hijo de Humberto Almonacid y María Vargas, ambos chilenos. Y agrega que fue el 3 de abril, durante el asalto a Grytviken en las Georgias. Sin embargo, la historia más fehaciente, que coincide con la que yo vi en TV asegura que el primer caído en Malvinas fue capitán de Fragata Post-mortem, Pedro Edgardo Giachino (foto), argentino e hijo de argentinos (si vale de algo la aclaración).

Pues, de ahora en más, me voy a referir sólo a la segunda versión, la reconocida oficialmente y de la que la mayoría de los argentinos creemos: la de Giachino. Resulta que en este programa aprovecharon, para contar la historia de su muerte, el testimonio de su madre Delicia Rearte de Giachino. Este buzo táctico, que desembarcó el 1 de abril en Malvinas, tenía como misión lograr la rendición del entonces gobernador de las islas, Rex Hunt antes de que desembarcara el grueso de las tropas argentinas y evitar de esa forma un combate armado en el centro urbano.

Al mando de esa patrulla de comandos anfibios, iba Giachino, un joven infante de marina que el 28 de mayo de ese año hubiese cumplido 35 años. Este avanzó con sus hombres hasta la casa de Hunt, y se lanzó solo a derribar la puerta. Lo esperaba detrás una ráfaga de ametralladora. Alcanzó a gritarle a sus hombres que se cubrieran, con lo que salvó sus vidas, pero quedó herido de gravedad por los disparos.

Gracias a Dios, pudo y supo cumplir con su deber", recuerda, hoy (con más dolor -según ella-), su madre. "Tuvo que elegir entre él y sus hombres. Y eligió ser él quien muriera", agregó en el testimonio televisivo. "Las autoridades militares de entonces no supieron valorar la derrota: la tomaron como algo vergonzante. Y los sucesivos gobiernos, desde los paraguas hasta los ositos, se han preocupado más por ir a besar la mano de su graciosa majestad que por reivindicar Malvinas", disparó Delicia también.

Además, luego, contó, con detalle, cómo fue su muerte. Es decir, relató con una exactitud suiza cada detalle de esa "loca" pero muy heroica historia de su muerte. No recuerdo bien, pero dijo algo así: Giachino, después de herido, tomó una granada y amenazó con lanzarla hacia donde estaba el enemigo si no se rendía el Gobernador y toda su guardia. El quería ser la única baja y no permitía que nadie se le acerque a ayudarle, mientras se desangraba. Los allegados al máximo mandatario inglés de las islas le fueron a comentar la situación a su jefe. "Allá, afuera, hay un loco con una granada que amenaza con soltar si no nos rendimos", le dijo uno de ellos. Mientras, los demás soldados argentinos, estaban preparados a aniquilar a los pocos ingleses, pero la orden de Giachino era que no hubiera más bajas, que su inevitable muerte.

En fin, la situación lo desbordó al gobernador Rex Hunt, quien se terminó rindiendo muy pronto. Giachino cumplió con su palabra y amarró de nuevo la granada, no la hizo detonar y se convirtió en la única baja de la toma de las islas. Un héroe de la puta madre que no sé si llegó a ver flamear la bandera argentina en las islas, pero que sí murió con el alma inflada de orgullo y con la conciencia tranquila de haber cumplido su objetivo: no hubo bajas en la toma de las islas y las Malvinas volvían a ser argentinas.

sábado, 29 de marzo de 2008

"CaraMalo" no sabe ser ídolo

Relamente no sé por dónde empezar. La noticia me la dio un amigo: Andrés Calamaro posó con la camiseta de San Martín de Tucumán para el diario más importante del NOA argentino. Me extrañó. En realidad, no lo creía. Pero de verdad no lo creía. No entendía cómo un ídolo, un profesional como él, podía cometer un error de un novato.

Entonces, sin dudarlo, tal como me había indicado mi amigo, me fui a buscar la edición del viernes 28 de marzo del diario La Gaceta. Recorrí la sección de Espectáculos... y nada. No me di por vencido. Relacioné en el buscador las palabras "San Martín" y "Calamaro" y allí salió: "Calamaro se puso la camiseta", decía, para mi ya concreta pena, el primer título encontrado.

Lo abrí y me encontré con el siguiente texto y una foto de "CaraMalo" con camiseta roja y blanca a la par de un figureti (Por supuesto que a la foto no la voy a postear. Si quieren búsquenla ustedes): "Un grupo de simpatizantes de San Martín visitó a Andrés Calamaro en el club Central Córdoba, donde el cantante brindó un show, para obsequiarle una camiseta. 'El Salmón' se puso la casaca del 'santo' y posó junto a sus fans", rezaba el texto de lo que el matutino llamó "La foto del día".

En fin, Honestidad Brutal: es muy probable que si se hubiera puesto la camiseta de Atlético no hubiera hecho esta crítica. Pero me parece que desde hoy, mi ídolo, perdió un poquito de mi respeto. Principalmente, por su falta de profesionalidad, porque hirió susceptibilidades, pero, PRINCIPALMENTE: por ignorar que Tucumán es una provincia tan futbolera y que su parcialidad está tan dividida en dos equipos que un ídolo de su magnitud no se puede permitir vestir la camiseta de ninguno de los dos, ni de Atlético ni de San Martín. Saludos a todos.

  • Ya en 2010, esto sólo puede provocarme risa. La nota del GRAN ARTISTA está aquí y sólo sueño con verlo alguna vez con la casaca del decano puesta alguna vez. Salud!!!

jueves, 20 de marzo de 2008

En Tucumán, Sin Gamulán


Con una energía y un look juvenil, a los 46 años, Andrés Calamaro hizo delirar a unas 15 mil personas en Central Córdoba, luego de estar más de diez años sin tocar en nuestra provincia. Un show de alto vuelo que duró más de dos horas y sólo necesitó de un control de seguridad de 65 policías para que no se generara ningún disturbio.
 Quizá no tenga la misma energía que esa última vez en la que pisó suelo tucumano: en diciembre de 1997, cuando interpretó “Alta Suciedad” en Caja Popular. Pero Andrés Calamaro no aparenta un tipo de 46 años. Recorre el escenario como un pibe más. Salta, grita, canta con ganas, viste con onda, se para, se sienta, toca el órgano, se vuelve a parar… no se quedó un segundo quieto en las más de dos horas que duró el recital del miércoles por la noche, ocasión que aprovechó para presentar su último disco: “La Lengua Popular”.
Vestido con una remera ajustada negra, de mangas bastante cortas; con una gorra a cuadritos en escala de grises; con jean azul fuerte y anteojos negros, Andrés salió al escenario pasadas las 22.30 (casi 23.00) y terminó su show alrededor de la 1.00 del siguiente día, bajo la admiración de unas 15 mil personas que colmaron el club Central Córdoba. Entre toda esa gente, de 26 años de promedio de edad, se observaron hombres mayores, de más de 50, que alegremente penetraron entre la multitud a vivar las canciones de su ídolo.
Para disfrutar del show, que el astro abrió con su tema “El Salmón”, los fanáticos tuvieron que superar un operativo de seguridad de consideración menor: sólo bastaron 65 policías para controlar que no se generara ningún disturbio antes, durante ni después del recital. Sin embargo, se destacó la falta de sentido común de los controles, que secuestraron encendedores de los asistentes, por lo que los fumadores no pudieron disfrutar de un cigarrillo al aire libre acompañando de un digno espectáculo (¿Con qué fin los retuvieron? ¿A dónde van a parar todos esos encendedores secuestrados?).

Su showMuchos le critican a Andrés Calamaro que haya abandonado su país para radicarse en España. Sin calificación alguna, eso no está en discusión en esta crónica. Sin embargo, hay dos cosas positivas para destacar: una es el profesionalismo que adquirió en Europa: el montaje del show, la calidad del sonido y todo lo demás; y la otras es que no se olvidó de una costumbre bien latina: la famosa “¡Otra, otra…!”; es decir, despedirse de su público y volver a seguir cantando (tocó cinco temas más en su segunda vuelta) cuando la gente lo aclama. La pálida está clara también: el precio de las entradas: 50 pesos parece algo excesivo.
El escenario tenía la forma del frente de una casa canadiense, de una casa de techo a dos aguas, con dos puertas gigantes abiertas de par en par, repletas de parlantes y cada una con su pantalla gigante. En el centro del escenario -en la pared del frente de la casa- había intercalada tres pantallas de video rectangulares. Reflectores por todos lados y humo de todos los colores, que salían sin pedir permiso desde el suelo y se evaporaba en el oscuro cielo de la noche.
Tocó temas de Los Abuelos de la Nada, Los Rodríguez, Alta Suciedad, Honestidad Brutal, El Salmón y muchos más de su repertorio. Uno de los que más locura desató entre la gente fue “Te quiero igual” (de Honestidad Brutal), pero, a decir verdad, todas las interpretaciones fueron seguidas con las misma gran intensidad. También cantó un par de tangos y hasta unas parejas se animaron a bailar “Mano a mano” en la cancha de básquet, el único sitio más o menos despejado del predio.

Tucumán, criolla y combativa
A mitad del recital, presentó a su equipo de músicos: en Guitarra, Julián Muñoz Kanevsky y el valenciano Diego García Gallardo; en Batería, José “El Niño” Bruno; y en Teclado, el mendocino Carlos “Tito” Dávila. Mientras que contrató al Coro de la Bersuit, que está integrado por “DaniSuárez y el “Cóndor” Sbarbatti. Más allá de estas venias, la real ovación estalló cuando Calamaro anunció que entre sus intérpretes estaba, en el Bajo, Candy “Caramelo” Avello, quien se ganó aplausos, gritos, silbidos y los cánticos populares de la ocasión.
Luego de eso, entre tema y tema, Calamaro sobrellevó un breve pero filoso diálogo con su público. “¿Se copan?”, preguntó con tono cómplice en un momento. “¡Hay relleno para la empanada tucumana!”, ironizó en otro instante. Después, dio otro mensaje: “Estamos muy honrados de venir acá, para cantar para Tucumán, para el norte argentino”. Con este mensaje lo dejaba claro: Andrés sabía que sus seguidores no sólo eran de esta provincia, sino que había mucha gente que había llegado desde Santiago del Estero, Salta, Catamarca y hasta Jujuy. Y por último, enajenó a los locales: “Tucumán, criolla y combativa”, recitó Andrés, y sus fanáticos, eufóricos y orgullosos, respondieron con un clásico: “¡Tucumán, Tucumán, Tucumán...!”.
Además, durante el show, improvisó letras de alguna de sus canciones, amoldando, por ejemplo, el tema “Me arde”, en el que cambió la frase: “Estaba hablando con la hermana de una chica colombiana…” por “… una chica tucumana…”.
Antes de su presentación en Tucumán, el famoso compositor, quien nació el 22 de Agosto de 1961 en el barrio de Once (Capital Federal), llevó su arte por Montevideo (Uruguay), Mendoza y Neuquén. Y próximamente cantará en el Camping Municipal de Rosario, en la provincia de Santa Fe, y el domingo 23 hará lo propio en el Casino Club Posadas, en Misiones.
Rima, pero Andrés Calamaro, en Tucumán, no tocó “Sin Gamulán”. Será porque era verano y el clima era ideal. Será por eso. Será porque él, un 19 de marzo de 2008, volvió a pisar nuestro suelo después de más de 10 años. Será porque la noche fue perfecta. Será porque cerró su show con el tema perfecto: “Paloma”… en fin, “palabras más, palabras menos”, qué más se le puede pedir. Si lo vio, sabe lo que digo. Si no lo vio, póngase de pie y aplauda a quien, para mí, es uno de los artistas de rock más grandes que dio este país en su historia.



LO QUE QUEDÓ (APOSTILLAS)
• Andrés decidió interpretar el tema “Canalla”, que no hubiera sido una presentación tan magnífica si no fuera por lo que se pudo apreciar en las pantallas gigantes mientras sonaba la canción. El genial y desaparecido humorista, Alberto Olmedo, reconocido hincha fanático de Rosario Central (los Canallas), fue presentado, mediante imágenes, en sus mejores sketchs, como en “No Toca Botón” o “Alvarez y Borges”. Aquí no hubo tantos aplausos, pero sí caras de respeto, sorpresa y admiración.

• Parece mentira, pero el 2008 todavía nos encuentra a nosotros, los varones, un poco machistas. Es que cuando Calamaro entonó la canción “El Día de la Mujer Mundial”, los hombres decidieron silbar bajito y restarle importancia a la interpretación. Las mujeres, en cambio, se enloquecieron cantándola al pie de la letra, de punta a punta.

• No podían faltar. En el predio de Central Córdoba, estuvieron a disposición de los espectadores los dos puestos expendedores de bebidas más comunes de todos los recitales: uno ubicado atrás el primer aro de básquet y el otro, también sobre la calle Bolivar, pero en el comienzo del campo de juego. Para comer, la cuestión era más “paqueta”: se vendían filete de carne cortado. Claro que, a la salida, todo volvió a la normalidad con los clásicos puestos de choripanes.

• El merchandising tampoco estuvo ausente en la fiesta y hubo un puesto, ubicado por los organizadores, en el centro de la cancha de básquet del predio de Central Córdoba. Las remeras alusivas al reconocido cantautor costaban 30 pesos, mientras que se comercializó el último Cd: Lengua Popular (también valía 30 pesos) y pines, cuyo precio era de 2 pesos cada uno.

• Delirio. En el comienzo del recital, en las tres pantallas rectangulares principales, se mostró un video de la Lengua Popular. Los espectadores deliraron al ver cómo un rostro masculino terminaba de armar con su lengua un “porrito” de marihuana y, luego, se besaba fogosamente con una lengua femenina. Hubo aplausos y ovación.

• En un momento del show, entre tema y tema, el cantautor argentino llamó al recuerdo la fecha del próximo 26 de marzo, cuando se cumplirán 20 años de la muerte de Miguel “Abuelo” Peralta, uno de los fundadores de “Los Abuelos de la Nada”, y quien convenció al propio Calamaro de integrar esa banda a principio de los ‘80.

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Tucumaximumpower
(20 de marzo)
si algo podia faltar, no faltaba cuando subio bbc a cantar me arde
y le pùso un par de huevos de rock, muy al frente
tucuman sin duda
es-fue un instante que guardamos
forever
en nuestro corazon
(*)Escrito (textual) por Andrés Calamaro, en su portal web oficial (www.calamaro.com), unos minutos después de terminar el recital en Central Córdoba.
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FOTO: La Gaceta de Tucumán.



Escuchá "Paloma" (Honestidad Brutal - CD 1), tema con el que Andrés despidió su show en Tucumán:

martes, 22 de enero de 2008

"Si yo fuera Maradona"


En estas dos últimas décadas, el Diego tuvo el honor de que los mejores artistas del momento le dedicaran una canción. Desde Sabina hasta Rodrigo, pasando por Andrés Calamaro, Los Piojos, Kapanga, La Bersuit, Los Ratones, Charly y hasta Antonio Ríos y Damas Gratis. Sin embargo, hay una en especial que me ha llamado la atención. No la conocía y la escuché por primera vez hace unos días. La canta Manu Chao -bien del palo- y está abordada desde la singular e hipotética situación de vivir un día en los zapatos del mejor jugador de fútbol de todos los tiempos.
La obra fue grabada para un documental de Emir Kusturica, en el que se muestran curiosidades tales como un italiano tatuado íntegramente con la figura del crack, ceremonias de devoción en Nápoles, un arroyo que lleva su nombre en Bariloche y hasta la Iglesia Maradoniana en Rosario.
La canción de esta pelicula se llama “Si yo fuera Maradona” y, antes que nada, quisiera que la escuchen detenidamente... también va para aquellos que ya la escucharon y no le prestaron tanta atención:



Jose-Manuel Thomas Arthur Chao, más conocido como Manu Chao, nació en Francia, donde sus padres, españoles, se exiliaron durante la dictadura de Franco. En “Si yo fuera Maradona”, este introvertido cantante franco-hispano, admirador público de la política chavista en Venezuela, encarna el difícil reto que significa ser la persona más famosa del mundo. Con el más amplio sentido humanístico, resume los altibajos del “10” diciendo que “la vida es una tómbola, de noche y de día”. Es decir, que con la misma facilidad que la fortuna te lleva a la cima, con la misma facilidad, te derriba hasta hacerte besar chatarras en un mundo decadente.
“Maradona es el único que abre su boca para criticar a todo ese sistema de mierda que controla al fútbol. Se diferencia por decir lo que piensa, que el fútbol está lleno de ladrones. Y si bien los otros dicen que Diego es un pobre drogadicto, eso no le impide decir la verdad. Es maravilloso lo que hace”, publicó el cantante, quien en el estribillo de la canción resalta que si él fuera Maradona, “viviría como él”. Y hay que dejar la hipocresía de lado y preguntarse si nosotros hubieramos estado ajenos a sus errores, siendo el hombre más popular del mundo... y con más tentaciones también.
Alguna vez declaró que las críticas sociales de Diego eran “tan bellas como sus goles” y cuando le preguntaron si “Pelusa” podría compararse con Pelé, fue más contundente que cualquier argentino: “Si bien se discutirá durante miles de años quien fue mejor, fuera del fútbol, Pelé hace sus pequeños negocios y Diego es un anarquista”.
Además, el ex líder del grupo Mano Negra, ya había compuesto un tema en honor al Diego en 1994. Se llamó “Santa Maradona”. Pero aún así, pienso que “Si yo fuera Maradona” me quedaría con la segunda canción, porque, como dice Chao, “la vida es una tómbola”... ¡¿ Alguien lo discute?!

viernes, 18 de enero de 2008

¿Y vos? ¿quién sos?

Así como nadie es profeta en su tierra, con el mismo sentido de injusticia, los tucumanos ignoramos las brillantes carreras de muchos de nuestros artistas y profesionales. Así, por ejemplo, nunca se distinguió debidamente al escritor Tomás Eloy Martínez, quien recibió una innumerable cantidad de premios en el exterior: a la creación literaria de la Casa de América Latina en Portugal y el Alfaguara de Madrid, entre otros; tampoco se reconoció, como ameritan, los trabajos de uno de los mejores arquitectos del mundo: César Pelli, quien diseñó el Financial Center de Nueva York, el aeropuerto de Washington y las torres Petronas de Kuala Lumpur; mucho menos se recuerda la grandeza del Paz Martínez, cantante y compositor para artistas encumbrados, como Luis Miguel, Mijares, Ana Gabriel, Pandora y la mismísima Madonna (interpreta su tema “Verás”, en ingles: “You’ll See”); y ni siquiera he visto un monumento a la ilustre Mercedes Sosa, quien cosechó centenares de distinciones, en ellas, el Gran Premio CAMU-UNESCO, el Premio de la UNIFEM -organismo de las Naciones Unidas que la distinguió poco antes de su actuación en el Lincoln Center de New York-, Konex de Platino a la Mejor Cantante Femenina de Folklore y Konex de Brillante a la Mejor Artista Popular de la Década, sin mencionar que la “Negra” llenó estadios en toda Europa, Estados Unidos, América Latina y Japón; mientras que en Buenos Aires hasta el bronco de “Mostaza” Merlo ya quedó inmortalizado.
Tampoco vamos a olvidar -al menos los nomraremos- a artistas como Atahualpa Yupanqui (nacido en Pergamino, Buenos Aires, pero tucumano por adopción), Lola Mora, Miguel Angel Estrella, Héctor Zaraspe, Víctor García y el filósofo Víctor Massuh.
De verdad, gente, que da pena buscar en internet los reconocimientos que recibieron estos tremendos próceres tucumanos. Con exageración, se llevaron una distinción del diario La Gaceta o una mención especial de la Legislatura... nada más. Da pena.

martes, 8 de enero de 2008

¿A quién le dices “Ojalá”?


Ojalá estas palabras no queden huérfanas, como nacieron. Ojalá nunca sepa la verdad de tus estrofas. Ojalá se renueve la incertidumbre al escucharte. Ojalá no te crea cuando te escuche. Ojalá sea un desamor. Ojalá que no. Ojalá que caigan las pesadas cadenas de tus acordes sobre los villanos. Ojalá mañana fuera el 69. Ojalá muera con tu melodía. Ojalá sigas siendo misteriosa. Ojalá sigas siendo Ojalá.

Reconozco que siempre quise encontrarle un tinte político y hallar a Ojalá como una ofensiva para un dictador. Sin embargo, el bueno de Silvio Rodríguez se encargó de aclarar, en más de una oportunidad, que fue inspirada por un amor perdido que lamentó en su juventud. Aunque, también circula por la web una entrevista en donde el cubano asegura que la canción denuncia una traición que perfectamente puede cuadrarle al dictador Augusto Pinochet. Claro que la letra fue terminada por el trovador en 1969, es decir, cuatro años antes del golpe de estado que acomodó al represor en el poder de Chile. Mientras tanto, hay quienes afirman que se trata de una protesta sobre el régimen de Fidel Castro y hasta algunos sospechan que corresponde un reniego hacia el imperialismo norteamericano.
En fin, aquí les presento dos interpretaciones de boca de Silvio:

Por un desamor
Cuenta Silvio en su portal oficial: «Ojalá yo la compuse a una mujer que fue, podríamos decir, mi primer amor. Fue un amor que tuve cuando estuve en el ejército, haciendo mi servicio militar. La conocí cuando tenía 18 años, fue mi primer amor importante en el sentido de que fue el primer amor que me enseñó cosas. Era una muchacha mucho más evolucionada que yo, mucho más inteligente, más culta. Me enseñó, por ejemplo, a César Vallejo. Después nos tuvimos que separar, estaba estudiando medicina y en fin, no le cuadró. No sé por qué estudió medicina, cosa loca de ella, en realidad siempre fue de letras. Después estudió letras, se fue a su pueblo Camagüey, a estudiar eso y yo me quedé solo aquí en la La Habana, totalmente desolado.
Pasaron los años y el recuerdo de aquel amor tan bonito, tan productivo, tan útil (ojo, no confundir con utilitario), enriquecedor, de aporte a uno... pues, estaba obsesionado yo con esa idea. Y porque fue un amor frustrado, tronchado por las circunstancias, por la vida, no fue una cosa que se agotara, pues se me quedó un poco como un fantasma y por eso compuse esta canción en un momento quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un
poco desmesurado: ojalá esto, ojalá lo otro...»

Por una traición
- Silvio aclaranos el misterio de Ojalá, esa canción que todo el mundo la ve casi que como quiere, aunque el sentir de casi todos es que la dedicas al General Augusto Pinochet; muchos otros piensan que es una canción que nos revela a Silvio en uno de sus más grandes despechos, (risas).
-Silvio- (Risas) Sí, estoy de acuerdo con eso. La canción se presta a muchas distintas interpretaciones según cada quien; pero en lo que todos coincidimos es en el hecho de que denuncia “La Traición” y nos define ante esta última. En ese sentido, se adecua perfectamente a Pinochet pues este general juró lealtad al presidente Allende, mientras a sus espaldas maquinaba el de destruirle... Claro que también se dan casos de traición en la relación de una pareja, pero Ojalá denuncia una traición mucho más grave; mucho más dura. La traición en una pareja puede tener mil significados y mil respuestas. El caso de Pinochet es sólo traición; pero no la escribí específicamente para éste. Aún no se revelaba en toda su extensión como el Gran Traidor del Pueblo Chileno. La escribí sí, para ese modo muy peculiar de la traición...

miércoles, 2 de enero de 2008

Mezo Bigarrena: el bohemio sin suerte


Conoció a Joaquín Sabina durante su exilio en Londres. Como dos buenos amigos, se disputaron mujeres y cuentan que ésta pudo ser una de las razones por las que, años después, terminaron distanciándose. También compartieron humildes faenas en las épocas duras. Ambos se dedicaron a la música, aunque tomaron rumbos diferentes: Sabina se hizo popular, pero su compatriota, el vasco Mezo Bigarrena, prefirió -por su idiosincrasia- vivir en las sombras, lejos de las frivolidades, y sólo pudo grabar dos discos: “Viaje de Vida” y “Avión”. Posteriormente, en 1993, terminó por suicidarse, colgándose de un árbol en los bosques de Palermo. El desdichado fin de este bohemio sin suerte inspiró a Sabina en "Flores en su entierro" o "Flores en la tumba de un vasquito" (dos versiones diferentes). Entre otros tormentos, Mezo fue perseguido por la Interpol acusado de traficante de droga. Para alejarse de los excesos -y escaparse de la policía, por qué no-, el Vasco se instaló en Rosario, donde -lamentablemente- la vida nocturna no le fue esquiva y terminó por consumirlo. Si bien no supo llegar al grueso de la sociedad, en el mundillo artístico sí fue admirado e incluso, Juan Carlos Baglietto hizo famoso algunos temas de su autoría, como “La Rosa Fantasma”, “Adoquines en tu cielo, Rosario” y “José Albañil”.
Este es un brevísimo resumen de su vida. Pensé en hacerlo más extenso, pero la nota periodística que realizó Ina Godoy, en septiembre de 2003 para Página 12, parece insuperable. Este es el link: "Vasco Viejo".

Adoquines en tu cielo, Rosario”, la descripción más bella de una ciudad, de un lugar...


JOAQUIN Y SU CANCION PARA MEZO
Esta es una de las versiones de la canción que le dedicó Joaquín Sabina a la partida de Mezo Bigarrena: "Flores en la tumba de un vasquito".



BIGARRENA SE BURLA DE SABINA
Como dijimos anteriormente, Mezo y Sabina se distanciaron luego de una larga amistad, aunque los motivos nunca se supieron con exactitud. Además, mencionamos que Joaquín le compuso un tema luego de su muerte. Sin embargo, lo que no muchos saben, es que Bigarrena también le escribió una canción a su compañero de exilio. Pero, claro, en ella el Vasquito, claramente resentido con Sabina, se despacha con todo, mencionándolo como snobista, camarero de Londres, y un Yuppie (este es el nombre del tema), que significa un joven superficial que aplica a su vida sólo trivialidades, banalidades y consume lo que está de moda. Escuchá "Yuppies":

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Luis Rey tenía razón


Cuando lo vi por primera vez, él ya se habría graduado en sabiduría y tendría un doctorado en vivencias. En realidad, no me conoció. Apenas si lo saludé un par de veces, cuando nos cruzamos ocasionalmente. Siempre porque yo, o él, acompañaba a un conocido en común. No, no tuve el honor: Don Luis no me conoció.

Yo, en cambio, sí me fijé en él desde pequeño. Una vez lo encontré en el canal 6 de mi televisor. Hablaba de fútbol. Y me llamó la atención su simpática tonada campechana y, sobre todo, que cada frase que salía de su boca estaba cargada de introversión. No sé si lo preparaba antes de salir al aire o era natural y espontáneo, pero cada idea de él culminaba en una discusión. Tenía esa virtud, la aprovechaba.

A partir de aquel día, esperaba verlo todas las semanas. Sentía una extraña necesidad de observar a ese enérgico hombrecito senil, regordete y encogido, de canas bien peinadas y joroba inocente, que defendía con autoridad a jugadores que yo ni conocía, y hasta honraba sus apodos. “‘Yiyo’ Zapatiel, ese sí que era un crack”, recuerdo que dijo en una ocasión. Y muchos nos esforzábamos por acordarnos de un Yiyo... que no sea el “Topo”.

De paso -y cada vez que podía- Don Luis le pasaba factura a los futbolistas foráneos; principalmente, a los que llegaban desde Buenos Aires, a los que sacaban turno en Atlético o en San Martín. En realidad, por más que provenían de Córdoba, Santa Fe o Chubut, él siempre les decía “porteño”. “Lo trajeron porque dice que lo vieron pasar por la vereda de la cancha de Boca”, era una de sus frases favoritas. “Y claro, qué va a servir, si vivía a la vuelta de mi casa”, ironizaba para defender a un jugador local.

Por supuesto, el “porteño’” arribaba siempre como la gran estrella del equipo, con añejos pergaminos en el bolsillo y dueño de las tapas de los diarios. Era allí cuando muchos tucumanos se enfadaban con Rey. Dolía que critiquen a los ídolos. Yo también me enojaba con él. Mucho. Y tantas veces deseaba encontrarlo cara a cara para decírselo (en verdad, no sé si me hubiera animado). Me urgía gritarle que no tenía razón, que la mayoría no compartíamos sus apreciaciones. Eso soñaba: encontrarlo y decirle que no tenía razón.

Una vez, durante su programa en vivo, llamé por teléfono al canal 6 y dejé un mensaje para redimir a uno de mis ídolos, que llevaba ya media hora de ser criticado. Leyeron mi comentario en voz alta y Don Luis me desprestigió de inmediato, poniendo cara de desagrado, dejándome en ridículo. “Qué dice e’te muchacho”, dijo. Y yo miraba la pantalla de reojo y me moría de la vergüenza. Para colmo, después siguió machacando a mi ídolo. En ese momento lo aborrecí, lo maldije un millón de veces. Lo insulté en voz alta e incluso, continué criticándolo al día siguiente, en la escuela, con mis compañeros, que poco concebían mi ira y mucho menos mi causa.

Aún así, nunca dejé de ver los programas de Don Luis. No podía, era más fuerte que mi voluntad. Pero poco a poco, sin proponérmelo, empecé a entenderlo y a compartir su filosofía. El repudiaba el fútbol de atletas (“Zanetti agarra la moto y brrrrrr... ¿a dónde va Zanetti?”, se enojaba) y reivindicaba el fútbol bonito (“La pelota es de cuero; el cuero se saca de la vaca; la vaca come pasto... ¡por ahí tiene que andar la pelota!”, representaba). A él le agradaban los jugadores que hacían una pausa y pensaban. Quería en su equipo a los que no reclamaban amarillas para el rival y defendía el potrero, el caño, el sombrero, la gambeta... al fin y al cabo, exigía fútbol argentino en su esencia más pura.

Hacen ya 2 años que no veo a ese enérgico hombrecito senil, de “permanente sentido del humor y picardía natural para decir las cosas”, como lo destaca Calliera. El no me conoció, ni siquiera supo mi nombre. Yo, en cambio, todavía bendigo aquel día que encendí mi televisor en el canal 6. Ya no está entre nosotros, pero si pudiera tenerlo cara a cara le contaría que ya no me enojo con él y que se lo extraña. Le haría saber que hoy son muy pocos los que defienden “lo tucumano” y que ya nadie se queja de los “porteño’”. Y por último, le diría lo que más ganas siento de decirle: que tenía razón, Luis Rey tenía razón.

(Por Saudo)
 
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