lunes, 2 de febrero de 2009

Cuando llegues, beso de la muerte

Me despierto, siento que no existe
Sin lágrimas negras en su ausencia
¡Ay corazón, qué divina carencia!
Ni Neruda encuentra mi escondite.

Beato, ya no sientes la campana.
El querubín sin ojos en su flecha,
vaga con la pena que lo acecha.
Ojalá nunca vuelvas, ni mañana.

Pero si tu regresas de repente,
concédeme la gracia de no verte.
Camina despacio y sin presente.

Seré sincero, espero tu suerte.
Me resigno a tu sangre caliente.
Viene tu día, beso de la muerte.
 
Copyright© Los Bigotes de Frida